miércoles, 24 de agosto de 2011

Los peores amores definitivamente, son los imposibles


Creo fielmente que una mujer u hombre puede conquistar a quien sea, siempre y cuando mantengamos una línea realista al respecto. Pero, ¿por qué diablos recurre el síndrome de la persona imposible? Me refiero a alguien que vive al otro lado del mundo y jamás podrá compartir un “date” contigo, a menos que ambos inviertan 20 mil pesos y se arriesguen por completo a algo desconocido; una persona que ni si quiera sepa de tu existencia o que de hecho, le importe 30 mil kilos conocerte; también está el caso “situacional” ya saben: es un mal momento para que se encuentren, no hay tiempo, no buscan lo mismo o simplemente, ninguno de los dos se atreve a jugársela.

He visto muchísimos casos de amores imposibles, unos más enfermos que otros. Confieso haber vivido los suficientes romances imposibles como para decirles: tienen un lado jodido y otro, bastante disfrutable.

Creo que el análisis está dividido en tres partes fundamentes: ¿Qué tanto control tienes sobre ti mismo, pensamientos y deseos?, ¿Qué tanto control tienes sobre la situación y la persona que deseas? Y la más importante… ¿Qué con lo que no podemos controlar y de repente pasa?

Existen teorías que afirman: tus deseos y sueños son órdenes pero para que se cumplan tienes que hacer algo al respecto (esto se aplica a cualquier actividad, no sólo la amatoria) es interesante cómo la gente pierde el control al pedir, pedir, pedir… un sin número de fantasías. Es decir ¿cuál es el límite? Honestamente creo que hay una tendencia muy marcada entre el soñar que pasará y el estoy haciendo que suceda.

De repente, sin querer queriendo estamos dando pie a que se fijen en nosotros y eso atrae, llama, alerta sobre algo: una tendencia, deseo, acción. Creo que a tod@s nos ha pasado que soñamos estar con “alguien”, pero realmente… ¡hicimos algo al respecto! Ya sea que le dimos a esa “persona” un poco más de importancia que a los demás, o que planeamos los encuentros, de modo que en cierto punto –si el destino no se interpone- la otra persona va a pensar algo como: “hmmm… será?” finalmente ¿quién es indiferente al cariño, amabilidad y buenos tratos? –con sus debidas excepciones-

Le llamo el efecto rebote. Tú le buscaste mucho tiempo, le soñaste mucho tiempo y realmente nunca pasó nada hasta que dejaste de hacerlo… pero ésta persona no recuerda que dejaste de hacerlo, recuerda que hiciste algo. No entiende bien por qué, hacia dónde… generalmente no cuestionamos mucho éste tipo de acciones, vivimos la vida a como nos toca, en una rutina –aunque lo neguemos- y en ese punto, es como si estuviera “predestinado a que el imposible se vuelva posible” porque en ese plano ya mínimo se tiene la oportunidad de conocerse y ver si funcionaría.

Por otro lado, existe ese romance que jamás dejará de ser improbable, y que quedará como una de tus ilusiones sensuales de por vida. Igual lo intentarás, imaginarás cada paso y episodio supuesto y nada de nada… ¿pero saben algo? Eso también es muy bonito, no me refiero a la idea masoquista de María la del Barrio que siempre sufre y no la pelan (aunque al final, sí la pelan) me refiero a que… tú disfrutaste de ese sueño ¿no? ¡y eso también es pasársela muy bien! Conociste a ese chico fabuloso, guapo, sensual e inteligente y de hecho, hablaron en varias ocasiones; te soñaste a su lado… y aunque no sucedió como esperabas ¿qué chingados importa? Mínimo ya tienes más ideas de qué hacer cuando te encuentres a otra persona. Así que: ¡Hasta los amores imposibles nos dejan algo chingón!

Ah SÍ… Olvidaba una parte importante: El destino es raro, después de todos los cálculos conscientes e inconscientes que puedas tener, uno nunca sabe lo que sucederá –no a ciencia cierta- tal vez tú seas el “amor imposible” de alguien y aún no te has dado cuenta…

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